De luto me visto en clara mañana,
de luto me acuesto
y de luto despierto.
Me eché a la espalda un saco,
tenía dentro rabia e impotencia,
mezcladas con las tiras de piel
que me arrancó la tristeza.
Y tu ausencia.
"Por lo menos
déjame pagar la última".
Y lo hiciste.
Me dejaste.
Comprendí y odié esa palabra:
Última. Última. Última.
Me martilleó desde dentro.
Me señaló, con mi propio dedo,
desde fuera.
No debo sentirme culpable
si algo es inevitable.
Pero hoy,
de luto,
joder,
Sé que debí decir...
... penúltima.