miércoles, 9 de septiembre de 2009

Carbón de encina



Dame kilómetros y yo te daré
largos campos de encinas
que proporcionen, en su muerte,
carbón suficiente
para embrasar mi melancolía.


jueves, 13 de agosto de 2009

El mundo quería parar...

No quise detenerme allí.
El mundo, obediente,
siguió girando como yo ordené que hiciera.
Primero puso mala cara.
Yo saqué los dientes.
Él sacó negras nubes
que yo abatí a golpe de espada.

Me enfadé:
"Cuando yo te diga que te pares, te paras"

Y él no sacó ningún arma.
Simplemente siguió girando, obediente,
mientras yo aún lloraba.

domingo, 12 de julio de 2009

Te veré en otra vida, colega

De luto me visto en clara mañana,
de luto me acuesto
y de luto despierto.
Me eché a la espalda un saco,
tenía dentro rabia e impotencia,
mezcladas con las tiras de piel
que me arrancó la tristeza.
Y tu ausencia.

"Por lo menos
déjame pagar la última".
Y lo hiciste.
                  Me dejaste.

Comprendí y odié esa palabra:
Última. Última. Última.
Me martilleó desde dentro.
Me señaló, con mi propio dedo,
desde fuera.

No debo sentirme culpable
si algo es inevitable.
Pero hoy,
              de luto,
                          joder,
Sé que debí decir...
                              ... penúltima.

jueves, 18 de junio de 2009

Humo y persiana

Sucedió hace mucho tiempo
pero aun recuerdo
aquella situacion.

Respiraba, todavía,
el sol más fuerte que luna.
Atravesó la ventana del cuarto
obligándome a cerrar persianas,
desemplear al día
y el pájaro que tengo en la mano
aletea furioso por volver
con los otros cien.

Devorada por el ansia, la luna
volvió a dejarlo todo a oscuras,
para mandar durante la noche,
para ser vista como única luz,
para alumbrarme riendo, llorando
y cantando, a su manto plateado,
canciones que nos han marcado.

Se juntaron ambos, en el cambio de turno
de la mañana siguiente.
Discutieron, por culpa de alguno,
pero para mí la culpa no es importante.
El sol se debió sentir dolido,
porque se fue a dormir temprano,
se arropo con todas las nubes
al alcance de su mano.

Creó, de esta forma,
una tarde maravillosa
con lluvia y cenicero lleno,
con cielos grises
y persianas abiertas.
Para envidia del sol,
el pájaro volvió más tranquilo,
acompañado, por no sé cuántos otros.
No eran cien, ni mucho menos,
pero reinaban en la tarde de tormenta
de aquel domingo.

Aquel domingo infinito sin sol.


Tal vez no sucedió hace tanto tiempo.
Por eso recuerdo aquella situación.

sábado, 13 de junio de 2009

Qué puedo hacer si ya no te quiero...

No es que tenga miedo.
Es que a duras penas puedo hablar.
Dicen algunas gentes -aunque estas cosas siempre van de boca en boca y cuando alcanzan el dudoso status de "rumor personal" su verdadero origen ya se ha perdido hace tiempo entre las brumas del pasado- que un día un superman cualquiera de tres al cuarto, se atrevió a mirar a los ojos a su criptonita. Y sacando un valor -incluso- impropio de él, le plantó cara severamente.
El final de la historia es a día de hoy, sencillo.
Murió.
Murieron todos aquellos que dependían de ese impertérrito superman que, insensato e incauto, un día miró a través de la pared para ver que ya nada podía salvarle a él.
El mismo estúpido superman que primero se bebió el mundo y luego otros mundos que no le pertenecían.

Mientras tanto, yo, estúpido e impertérrito también, no es que me encuentre con miedo. Es que sabiendo eso, también sé que nadie puede venir a salvarme.

Las agujas del reloj corrían como Maserati que lleva el diablo.
Qué hijas de puta.

Creo que sonaba bien alto una canción que bastante contrastaba con el sol que me despertó abofeteando mi cara esta bonita, cruel y rápida mañana de sábado.
Realmente mi cabeza cantaba Mi matadero clandestino. Pero mis manos, dirigidas hacia el reproductor de cd´s seleccionaron Inerte. Fue justo antes de que el suelo se convirtiera en poesía y mis zapatos suspiraran por dejar el pavimento separándonos a ti y a mí del centro.

jueves, 28 de mayo de 2009

Si hubiera sabido

Si hubiera sabido que esa despedida
sería la última para nosotros,
nunca habría sido tan breve.

Si hubiera sabido que tantas heridas,
que cerramos sin ayuda de otros,
se abrirían con un golpe tan leve,

habría empuñado mi espada;
a luchar de rodillas, a luchar derrotado,
a luchar -aún siendo- el que se cree vencido.

Habría cazado tus hadas;
las habría hecho mías, las habría guardado
por si algún día, el destino que manda es el mío

y el último beso que pude entregarte
aún siguiera estando vivo.

sábado, 23 de mayo de 2009

Climaxtología

Qué distinto se oye gemir a los vecinos de arriba cuando te da igual. No era el típico domingo de un sol de mierda que no traspasaba las nubes, que dejaban un goteo esporádico a su vez.
Era el atípico, extraño e irracional sábado egoísta bajo las mismas condiciones climatológicas.
De ventana para adentro, la primavera invadía todo, dosificando el color en un día que ni el vecino, su novia, su climax y su cigarro de después podrían torcer.
Algo o alguien habia empuñado su pluma y había comenzado a escribir recto en un cuaderno con renglones irregulares.
Algo o alguien se acercó por detrás a mi oído para gritarme bien alto que hoy el cielo no podía con nosotros.
Algo o alguien al que pasé a deber el mayor de los agradecimientos.
De momento gracias, Karma.

A través de los altavoces California dreamin', de The Mamas & The Papas.
A través del reloj, nada.

El tiempo se había detenido para dejar que me comportara como un loco.


lunes, 4 de mayo de 2009

Decisiones y otras injusticias

Como abatido por un disparo, me vi obligado a tomar una drástica decisión. Y yo nunca he sido de tomar decisiones a la ligera, pero tal vez menos acertado fuera tomar decisiones a la tremenda.
Me enfrenté, entonces, a la difícil indecisión que supone tomar una decisión. O al menos de tomar una que valga la pena para algo o alguien.
Contrariado, empecé a buscar en mi cabeza.
Más contrariado aún, no logré ver nada interesante.
Como abatido por un disparo quedé tras admitir que la solución, al alcance de mis ojos, se negaba a dejarse ver.

Afuera, en este domingo recién finiquitado (como un desempleado más), hace rato había un sol radiante que obligaba a mirar el mundo tras unas gafas oscuras y el viento leve que provocaría el aleteo de alguna mariposa en algún lugar del mundo.

¿Y yo tenía que tomar una decisión? Pues de momento no pude.

Bang, Bang (my baby shoot me down), que diría Nancy Sinatra.

martes, 28 de abril de 2009

Desenvenenando

Envenéname
Mátame
Hazme sufrir
Ensucia cada rincón de mi pensamiento
No tengas miedo
Sé feliz
No llores
Deja que lo haga yo
Ríe
No temas a las llamas
No dejaré que te quemen
Déjame seguir adelante
Por ti
Por mí
Baila como si nadie te viera
Déjame soñar contigo
Sueña conmigo
Camina conmigo
No vayas sola
No pierdas tus alas
Deja que te dé las mías
Es mas fácil volar así.

Déjame ser yo el que te haga reír.

lunes, 27 de abril de 2009

Ni la mitad

Quiero poner más atención a los detalles del final de la historia, pero ya no sé si esto es la realidad, o es que ya me subió el hash.
Aún recuerdo dar la patada a aquella lata de la que salió el genio más decrépito que jamás habría imaginado, para posteriormente no cumplir aproximadamente ni la mitad de lo que pedí.
Creo que se mostró así, como diciendo "Tú mueves. Que la mano ya está puesta y hay dos ases en la mesa... y es viernes, tal vez la hoguera que encendiste para su frío, debajo de su ombligo, aún continúe encendida."

Y se fue.

Además no cumplió ni la mitad de lo que pedí.
O a lo mejor ya me había subido el hash y lo imaginé.


domingo, 26 de abril de 2009

Brindemos

Hoy vengo a pedir un aplauso, por primera vez.
Para brindar, yo empuñaré un Jim Beam con hielo, pero entiéndase que cada uno puede brindar con lo quiera.

Pediré un aplauso por los malos momentos, por los buenos, y los que no han sucedido todavía.
Pediré un aplauso tambien por la espera, la incertidumbre, y las flores que nacieron a raíz de ello.
Pediré un aplauso por reencuentros indeseados, por sueños no soñados y por ilusiones que no desfallecen.
Pedire un aplauso por la risa, las muchas penas, las idas sin prisa y las vueltas que no quieren dejar ver el fin.
Pediré un aplauso por cada mañana nueva, por cada recuerdo que traiga y por lo que éste suponga.
Pediré un aplauso por la paciencia, por la paranoia y la imprudencia que implica no poder elegir.
Pediré también, si me dejan, un aplauso para el silencio, esa nota que todos sabemos tocar y que a pocos nos apetece escuchar.
Pediré tambien para las palabras que nos decimos a nosotros mismos intentando mentirnos, y ante todo un aplauso para el que las quiera llegar a entender.
Pido aplausos para el que mueve los hilos de nuestras cometas, que a la vez le odiamos, porque el viento es más caprichoso y testarudo que él.
Sirva, entonces, de desagravio, un aplauso para el que, aun mirando al frente, no ve a través de la pared.
Después de unas copas, reiremos. Y Brindaremos, si quieres, hasta por el sol.
Despues yo pediré un aplauso para ti, por entrar a este blog.


Bienvenido.